Como reconfortantes oasis, en medio del tradicional y pesado paisaje urbano atestado de edificios convencionales de acero y hormigón, surge a la vista la maravilla botánica de los jardines verticales, cubriendo de vida y oxígeno grandes muros y construcciones. La tendencia va al alza en el concepto de diseños citadinos sustentables con el medio ambiente, y uno de los más claros ejemplos son estos ecosistemas, tan espectaculares como beneficiosos.
En la última década ha cobrado fuerza la creación de estos ‘tapices naturales’ dentro del paisajismo urbano, aunque por supuesto, la idea no es nueva. Digamos que el primero en lograr tan original estilo –o al menos el primero que registra la historia- fue el rey Nabucodonosor I con sus Jardines Colgantes de Babilonia, en el siglo V a.C., tan increíbles y bellos que fueron considerados dentro de las siete maravillas del mundo antiguo.
Los jardines verticales modernos tienen como creador al estadounidense Stanley Hart White, el “arquitecto del paisaje”, quien patentó su idea en 1938, y actualmente el principal impulsor de este movimiento, desde la década de los 80, es el botánico francés Patrick Blanc, quien es conocido mundialmente por haber perfeccionado la técnica, lo que permite hoy en día admirar esta unión de naturaleza verde y arquitectura en perfecta armonía.
¿Cómo se sostienen los jardines verticales del edificio? La vegetación descansa sobre una espesa red de estructura metálica, que sostiene el armazón, combinada con láminas de PVC, y cubierta por una capa de fieltro sobre la que se disponen las plantas para su riego.
Esta novedosa estructura, además de proteger a las construcciones de la corrosión y posibles filtraciones, también permite que haya un sistema de riego uniforme y un excelente agarre de las plantas que pueden crecer sin dañarse.
Los jardines verticales mejoran el aspecto de la tradicionalmente pesada y gris arquitectura urbana, no solamente en lo visual y paisajístico, sino también permite emular un mundo natural dentro de otro artificial, a la vez de reivindicar el cada vez más necesario mensaje y sentido de responsabilidad con el medio ambiente. En el caso de edificios residenciales, permite a los propietarios conectar con la naturaleza y respirar un entorno más eficiente y sano.
De entre los principales beneficios de un jardín vertical, están la reducción del fenómeno de “isla de calor urbana” (incremento de la temperatura nocturna en las ciudades); el descenso de la temperatura interior de los edificios en verano, así como mantenimiento de los grados en invierno, disminución de riesgo de daños de humedad en las construcciones, pues las plantas retienen el agua de la lluvia; rebaja de los niveles de polvo en el ambiente, incremento de los niveles de oxígeno y la calidad del aire por las plantas, y el aislamiento de la contaminación acústica.