No es un concepto nuevo, pero sí reivindicado. De hecho, data de períodos muy antiguos. Pero comenzó a despertar de nuevo en la década de los 70, y paulatinamente cobra mayor interés en el mundo, intensificándose su importancia en los años recientes, a la par de las cada vez más palpables tendencias hacia las construcciones sostenibles y amigables con el medio ambiente.
Se trata de la arquitectura pasiva, enfocada como una importante alternativa para la construcción de casas y edificios con el menor impacto ambiental posible, hechos con materiales reciclables, y con características bien definidas que reduzcan el consumo energético.
Nació en los albores de la historia, definida como aquella que se adapta a las condiciones climáticas de su entorno. El filósofo Sócrates fue el primero en profundizar sobre este tipo de arquitectura, hace 2 mil 500 años, con la modificación de su Megaron, dándole una forma trapezoidal para aprovechar más la energía solar en invierno, y mantenerla más fresca y confortable en el verano gracias a los voladizos del porche.
“En las casas orientadas al sur, el sol penetra por el pórtico en invierno, mientras que en el verano el arco solar descrito se eleva sobre nuestras cabezas y por encima del tejado, de manera que hay sombra”, era la manera como el gran filósofo asentaba las primeras enseñanzas de lo que hoy en día se conoce en arquitectura pasiva.
Pero con el paso del tiempo y el desarrollo de la civilización y nuevas tecnologías –en que también, por supuesto, influyeron intereses económicos, políticos y hasta religiosos-, esta arquitectura quedó prácticamente en el olvido, suplida por nuevas corrientes arquitectónicas.
Los tiempos actuales y las nuevas conciencias ecológicas permitieron el resurgimiento de la arquitectura pasiva. En el primer lustro de los años 70, la crisis mundial del petróleo llevó al concepto de la eficiencia energética a nuevos niveles, hasta convertirse en prioridad hoy en día debido al aspecto climático.
CASA PASIVA
A principios de la década de los 90 surgió el concepto “Passivhaus” (del alemán ‘casa pasiva’), que se basa en levantar construcciones que cuenten con gran aislamiento térmico, un riguroso control de infiltraciones, y una máxima calidad del aire interior, además de aprovechar la energía del sol para una mejor climatización, reduciendo el consumo energético del orden del 70% sobre las construcciones convencionales.
Desde entonces, el concepto de "vivienda pasiva" empezó a popularizarse en las escuelas de arquitectura con el objetivo de reducir el impacto energético de los edificios. “Passivhaus”, el esquema creado por alemán Wolfgang Feist y el sueco Bo Adamson, se ha convertido en el sello más respetado de certificación de la arquitectura pasiva actual, y al que se están adhiriendo cientos de desarrolladores.
Son cinco principios básicos los que rigen el estándar de una casa pasiva: Aislamiento térmico, que puede llegar a ser el triple que el de los edificios convencionales, y que consiste en una capa protectora que evitará tanto la entrada de frío o calor, como su pérdida.
Hermeticidad, esto es, un minucioso cuidado en el hermetismo de edificios y casas, incluso con pruebas de insuflación de aire en interiores para comprobar un sellamiento total con las capas de aislamiento térmico.
Ventanas y puertas de calidad, cuidando al máximo la orientación para aprovechar las ganancias solares, y en climas fríos, utilizar ventanas de triple vidrio para evitar en todo lo posible las pérdidas de calor. Reducción de puentes térmicos es el cuarto principio básico, y se refiere a aquellos puntos en los que se rompe la superficie aislante (por ejemplo, por un clavo o el marco de una ventana de aluminio) y permiten que se escape el calor en un edificio.
Y finalmente, el sistema de ventilación con recuperación de calor. Al abrir las ventanas para ventilar se pierde calor en invierno y fresco en verano. Las casas pasivas llevan instalado un sistema de ventilación mecánica que filtra el aire y recupera el propio calor de la casa para calentar el aire que entra. Con este sistema no es necesario abrir las ventanas.