Millonario busca apartamento en Nueva York. Primero, elige ubicación. Después, vistas espectaculares y, por último, servicios de lujo. Estas tres exigencias inmobiliarias del 1% de la población han hecho posible la aparición de una nueva categoría de edificios nunca antes construidos. Son los rascacielos esbeltos o slender skyscrapers, en su versión en inglés. Se tratan de torres residenciales de gran altura, extradelgadas y ultrajosas que van a cambiar para siempre ese icónico skyline de Nueva York fraguado a más de 350 metros de altura.
En 2021, la ciudad contará con una veintena de estos pirulís producto del ingenio técnico, la obsesión por ocupar cada centímetro de suelo y la llegada del dinero extranjero en busca de un refugio seguro. “Dentro de 100 años, se catalogarán como los rascacielos propios del Nueva York de esta época”, sentencia en una entrevista con ICON DESIGN Carol Wills, fundadora y directora del Skyscraper Museum de Nueva York y profesora de Estudios Urbanos en la Universidad de Columbia.
La llaman la revolución de la delgadez. Es un fenómeno único en el mundo. Estos gigantes estilizados son los herederos de la dinastía de la altura iniciada en 1913 por el edificio Woolworth y seguida por los míticos Chrysler (1929) y el Empire State (1931). Este último fue el edificio más alto del mundo hasta la inauguración de La Torre Norte del World Trade Center en 1972.
Los nuevos edificios que crecen como setas en Manhattan comparten cúspides vertiginosas por encima de los 300 metros y arquitectos celebrities. Pero cuando se trata del estilo, cada uno va por su lado. Unos son modernos cubos de vidrio, otros están envueltos en terracota o ladrillo clásico y los hay también que resplandezcan al atardecer con sus adornos de bronce. Para hacerse una idea visual, las Torres Gemelas de 441 metros diseñadas por Minoru Yamasaki fueron un ejemplo prematuro de edificios estilizados.
Su altura que alberga siete veces la longitud de su ancho de base, queda ya muy por debajo de la proporción mínima de 1:10 que establecen en la actualidad los constructores para considerar un edificio “esbelto”. “Los ingenieros de estructuras demostraron entonces que ya habían resuelto el problema de la altura”, explica Willis. No han llegado antes porque los atentados del 11-S y la posterior crisis económica de 2008 frenaron en seco la financiación de los proyectos más arriesgados.
El punto de inflexión se produjo en 2014 con la inauguración del One57 firmado por el premio Pritzker francés Christian de Portzamparc. Allí se vendió el primer apartamento por encima de los 100 millones de dólares (89 millones de euros) de la historia de la ciudad. Esta fue la primera señal para los constructores de que podría haber gente interesada en pagar esos precios por una vista de 360 grados sobre Manhattan. Se activó lo que Wills llama la “lógica del lujo”: utilizar la misma superficie disponible para subir los edificios hasta el cielo.
A pesar de su espectacularidad, estas mansiones en el cielo no se libran de las críticas. “Símbolos de la desigualdad del siglo XXI”, “excesos elitistas” o “lujo absurdo”, son algunos de los piropos que les dedican los críticos. Pero los defensores como Willis las consideran una versión mucho “más sostenible” de los palacios de inspiración francesa que se construyeron las grandes fortunas de los años treinta en la Quinta Avenida.
Con la vista puesta en las inauguraciones de los próximos dos años, el mercado inmobiliario ya empieza a dar las primeras señales de saturación con ofertas de apartamentos en las páginas web de alquiler y venta más frecuentadas. “Cuando esto suceda y no se construyan más, los millonarios se los subastarán entre ellos como si fueran Picassos”, pronostica la experta. La lógica del dinero nunca descansa.
Fuente: elpais.com
© Copyright 2019