El poder del Ejército como agente económico en México
Lastra el crecimiento del sector construcción
La derrama económica de la construcción ha ido en caída durante la Administración de López Obrador, en gran parte porque ha adjudicado sus grandes obras a las Fuerzas Armadas.
Al encargarle la construcción de sus obras más emblemáticas, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha hecho del Ejército mexicano un agente económico vital para el país. A pesar de que esta decisión causa malestar dentro de su Gabinete por la cercanía que implica entre el poder Ejecutivo y el militar, el mandatario parece obviar cualquier posible interferencia e insiste en defender sus obras a toda costa, porque considera, sacarán adelante al país y ya “generan muchos empleos”.
La experiencia dice lo contrario. De acuerdo con expertos y observadores, la derrama económica para el país sería mayor si la obra hubiera sido construida por una empresa especializada. México sufre ya los inicios de una anunciada recesión que se espera sea histórica. En su más reciente encuesta a economistas, el banco central reportó que la expectativa de contracción económica este año será del 9% —el pronóstico más pesimista en el registro que data de 1999—. Una encuesta telefónica del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática arrojó que 12 millones de personas en el país han perdido su fuente de ingresos desde el inicio de la pandemia de coronavirus.
La industria de la construcción es clave en el desarrollo de todo país, ya que beneficia a 66 ramas de actividad diferentes, desde la electricidad, el transporte y hasta las telecomunicaciones, y genera empleos de manera masiva. Hoy, este sector hila 14 meses en declive en México. López Obrador se ha rehusado a contratar a empresas constructoras para tres de sus obras más grandes: un nuevo aeropuerto en Santa Lucía para la Ciudad de México, dos tramos del proyecto turístico Tren Maya y 2.700 sucursales del nuevo Banco del Bienestar. Todas las puso en manos de militares.
Menor derrama económica
Aún si la Secretaría de la Defensa (Sedena) subcontrata a empresas pequeñas y medianas para hacer el trabajo, los recursos no se esparcen en la economía tanto como se esparcen en los proyectos de empresas de construcción tradicionales, afirma José Ignacio Martínez Cortés del Laboratorio de Comercio, Economía y Negocios (LACEN) de la UNAM. “Sedena subcontrata, por supuesto, pero no crea esa derrama económica que se tenía antes con las empresas constructoras”, dice Martínez.
La información más reciente del INEGI lo demuestra. En abril, la derrama económica de la construcción en México tuvo su reducción más pronunciada desde que se tiene registro en 2007. El valor de la producción en construcción bajó 32% en comparación con el mismo mes el año anterior —es decir, en un año, perdió casi un tercio de su valor— una reducción nunca vista. Los datos también muestran que el valor de este sector ha ido bajando cada mes de manera consecutiva desde junio de 2018.
La derrama de Sedena es menor que la de una empresa constructora por dos razones principales: primero, porque al utilizar a los militares que ya reciben un sueldo por su servicio en Sedena se generan menos nuevos empleos. Y segundo, porque el Ejército no trabaja por una ganancia, como lo hace una empresa privada, y ese es un recurso que no se gasta o se reinvierte después en el país.
“Los mismos militares le venden la idea de: ‘No se preocupe, señor presidente, usted no necesita andar gastando en constructoras porque nosotros tenemos la constructora más grandes del país que son los ingenieros militares, tenemos una mano de obra baratísima porque ya viene dentro de los mismos sueldos del personal militar’”, asegura César Gutiérrez, abogado especialista en derecho penal, militar y seguridad nacional. “¿Cómo cree usted que se siente el soldado o el oficial que tienen que estar trabajando a marchas forzadas para cumplir las nuevas obligaciones que les están dando, pero recibiendo el mismo sueldo?”, pregunta.
En un análisis publicado recientemente, el investigador del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) Enrique Díaz-Infante coincide en que darles la obra a los militares “golpeó a la industria de la construcción nacional y afectó la derrama económica a las pymes subcontratadas, a sus trabajadores y sus familias”.
Fuente: elpais.com